Libertad de expresión

"Sexo en público y encima gratis" podría ser el eslogan de las bibliotecas públicas de Nueva York. Y es que parece ser que prohibir que un usuario consulte lo que quiera en el ordenador atenta contra la libertad de expresión, según la Primera enmienda de la Constitución Estadounidense.

No sé si ello implicará que a partir de ahora todas las bibliotecas estadounidenses deberán permitir visionar pornografía; supongo que debería ser que sí dado que las enmiendas son iguales para todo el país. Aunque ya se sabe que las leyes son interpretables y cada cual las interpreta como le sale de los cojones. En España véase el Constitucional...

En realidad la pornografía es solo cosa del editorial. Lo que dicen los responsables de la biblioteca es que el usuario tiene derecho a mirar lo que quiera sin que nadie pueda oponerse (a no ser que sea una actividad delictiva). El problema es que todos sabemos que de vez en cuando algún usuario se dedica a mirar páginas con poco decoro o incluso a colgarlas en las bibliotecas.

Ante este cambio en la política de uso de los ordenadores públicos es posible que se avecine un cambio en el tipo de usuario que accede a las bibliotecas, a los cuales deberíamos ser capaces de ofrecer un servicio acorde a sus requerimientos.

Por otra parte, si se demanda según qué clase de producto vía telemática, por qué no vamos a adaptar parte de nuestro fondo a este tipo de usuario (siempre dentro de la legalidad, faltaría más).

Imagínese las desideratas y adquisiciones: "Vacaciones de verano con un pepino en la mano", "Negratas con tres patatas", "En boca cerrada no entran moscas, pero entran pollas como roscas", "Eduardo manospollas"...

No se asusten ustedes, esta parte del fondo estaría separada del resto. Yo propondría la clásica cortinilla de los videoclubs que separaba lo prohibido de lo socialmente aceptable. Desde pequeño quise cruzar al lado oscuro, prometo que por curiosidad. Detrás, una exposición a gran escala de cuero, carne y algún pobre animalito que tuvo la desgracia de cruzarse con unos tarados.

También habría que replantearse las actividades programadas. A los cuentacuentos, talleres y clubes de lectura se podrían añadir taller de tantra, masturbación en grupo, espectáculos eróticos, reuniones de tuppersex y demás. Y si no hay presupuesto para las actividades, ya sabéis lo que os va a tocar. Imagínate vestido/a de romano o romana.

Cosas del destino, esto se produce en un país donde una película sobre Darwin, Creation, no encontró distribuidor para el propio país.

Y yo me pregunto, en plan brainstorming: ¿seguirá siendo pecado machacársela?, ¿masturbarse es un ejercicio de libertad de expresión y, por consiguiente, susceptible del amparo constitucional? ¿y si uno se la saca qué hacemos? ¿no es mobbing al bibliotecario tener que currar con escenas sexuales explícitas?

Ante esto se me ocurre que mejor ir a currar (nosotros, los chicos) con vaqueros, no sea que el imaginario nos juegue una mala pasada con los pantalones de lino o de pinzas y vayamos a liarla...

 

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